Battle for Azeroth

Battle for Azeroth – WoW

Otro año que se termina, otra Blizzcon que llegó y se fue; y para los fanáticos de la franquicia, este evento solo significa una cosa: el anuncio del tan esperado nuevo contenido. Blizzard reveló (o mejor dicho, confirmó) el título de la próxima expansión de World of Warcraft, Shadowlands. Por fin terminaron las especulaciones, se confirmaron sospechas, y no podemos más de la ansiedad. Sin embargo, Battle for Azeroth aún no termina, tenemos el parche 8.3 a la vuelta de la esquina y me parece oportuno hacer una mirada retrospectiva a lo que fue la última expansión del MMO más popular de la comunidad gamer.

Battle for Azeroth - Wow
Battle for Azeroth – WoW

La historia comienza poniendo en agenda nuevamente el enfrentamiento entre las dos facciones principales. Esa película ya la vimos varias veces y no tiene nada de innovador. La Horda (liderada por Sylvanas Birsaveloz) y la Alianza (bajo el comando del rey Anduin Wrynn) parecieran tener una relación tóxica en la que ninguna puede dejar a la otra tranquila. Pero aceptémoslo, nos gusta tener un poco de drama en nuestras vidas, incluso en las virtuales, y de vez en cuando, reavivar esa chispa que marca la diferencia entre ambas facciones, sienta bien (al JcJ, sobre todo). 


Desde la jugabilidad, no hubieron muchos cambios ni mejoras trascendentales. Con mucho pesar nos vimos forzados a deshacernos de nuestra querida arma de artefacto, que nos acompañó durante la expansión anterior, y a la que tanto alimentamos con interminables farmeos de poder de artefacto. El hecho de tener un arma para cada especialización que se pueda personalizar y el modo en que se vinculó con el lore del juego, generó un sistema muy bien pensado para tirarlo por la borda en el nuevo parche (¿por qué, Blizzard…?, ¿por qué?). Para conformarnos, nos entregaron el corazón de Azeroth. Un collar especial que contiene la energía del mundo y que se alimenta de fragmentos de azerita. Conforme subía el nivel del corazón, íbamos potenciando y destrabando nuevas combinaciones de habilidades para las piezas de armadura vinculadas al collar: casco, hombreras y pechera. Este método resultó un tanto rebuscado, sin dejar de ser más de lo mismo: otra búsqueda constante de poder de artefacto para potenciar el equipo. En el parche 8.2, introdujeron el equipo Bentónico, mejorable hasta cierto nivel de ítem. Pero una vez más, no terminó de convencernos.

IMG.2.Sistema de armadura de azerita | CnE
Battle for Azeroth – WoW

El modo guerra estuvo muy bien. Permitió a los usuarios activar o desactivar la opción de jugador contra jugador en el mundo abierto y acceder a recompensas especiales. La Horda y la Alianza estaban en plena guerra, y los jugadores tuvieron la oportunidad de sentirse más parte de ella que nunca. Las expediciones insulares me resultaron entretenidas, una especie de gesta de tres jugadores cuya finalidad era recaudar determinada cantidad de azerita antes que la facción contraria. Sin embargo las recompensas no fueron lo suficientemente motivadoras para que tomen protagonismo. Continuaron con las clásicas mazmorras y bandas, con mecánicas mucho más divertidas e intuitivas, pero sin perder complejidad. 

Puede que Battle for Azeroth no haya sido la mejor expansión en cuanto a jugabilidad se refiere, incluso fue bastante criticada por los jugadores que acompañan la historia desde las primeras entregas. Pero hay algunas cosas que Blizzard hizo muy bien. En primer lugar, la ambientación, tanto musical como visualmente. Los mapas se recorren acompañados por una banda sonora impecable que transmite el concepto principal de cada una de las zonas. 

Los NPC (personajes no jugadores) pasaron de ser simples figuras distribuidas por acá y por allá con algún que otro movimiento, a interactuar con el entorno de una forma mucho más vívida. Cada facción tuvo su estética bien definida. Ciudad portuaria y mercantil con influencias de la piratería para la Alianza. Mientras que la horda desembarcó en un imperio Troll, con remanentes del período prehispánico en Mesoamérica, en conjunto con dinosaurios merodeando por pantanos (un tanto raro, increíble, pero funcionó). La campaña de guerra estuvo muy bien lograda. Los ataques a las zonas enemigas, sumados a la posibilidad de realizar JcJ activo ya sea atacando o defendiendo, dieron el toque ideal para generar un clima de guerra perfecto. 

IMG.3.Capital Alianza | CnE

Para la Horda, tuvo una vuelta de tuerca más; empiezan cumpliendo las órdenes de una jefa de guerra con políticas bastante cuestionables, y luego, a su vez, trabajarían en secreto con una resistencia que supo darse cuenta a tiempo de que se estaban destruyendo a sí mismos, y que los planes de Sylvanas nada tenían que ver con el bien de su gente ni del mundo como lo conocían. En general, fueron capaces de que seamos aún más parte de la historia, de forma muy natural, ya sea presenciando escenas importantes entre personajes principales, o en cinemáticas que incluían a nuestro adalid como uno más de la batalla. Hasta ahora solo habíamos sidos meros ejecutores, y los personajes del juego se llevaban todos los laureles. 

IMG.4.Capital Horda | CnE
Battle for Azeroth – WoW

Probablemente, los jugadores más experimentados no se conformen con meras cuestiones estéticas o narrativas para hacer un juicio de valor de la expansión, pero vale la pena destacarlas. El número de usuarios activos fue disminuyendo conforme pasaron los meses, y muchos temieron que se cancelara antes de tiempo o incluso que llegue el fin de World of Warcraft. Sin embargo a los fanáticos suele picarles el bichito de la nostalgia más de lo que les gustaría admitir. Y siempre vamos a encontrar un motivo para volver a adentrarnos en el vasto mundo de Azeroth



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Por Rosario Fernández

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