Yuraima Trujillo Concepción: Autora CNE de marzo

Yuraima Trujillo Concepción es la autora CNE del mes de Marzo. Fue seleccionada de febrero por su brillante cuento “Punto final”.

Punto final

Escribo. Mi novio se acerca y por encima del hombro intenta leer. Cubro sutilmente las hojas con las manos. Sonrío, sonríe.

—Qué escribes esta vez?

—Nada especial, sobre una muchacha que escribe…

—¿Dónde está “eso”?—interrumpe, alejándose del escritorio.

—¿Por qué lo cambias de lugar?

Dejo que se aleje hacia el cuarto, lo sé buscando en cada rincón hasta dar con “eso”.

—Lo encontré!—dice y cierra la puerta.

Vuelvo a escribir. La muchacha de mi cuento también garabatea sus hojas. Me incorporo y salgo al balcón, el aire frío de la noche me hace cerrar los ojos. Siento que puedo volar con solo agitar las alas. No tengo alas, recuerdo y ya el aire no es tan frío ni la noche tan noche. Mi novio abandona el cuarto. Se acerca desnudo y tambaleándose, choca con la mesita donde antes yo escribía y se me antoja escuchar un gemido cuando las hojas caen al suelo.

—Cásate conmigo—dice con los ojos enrojecidos.

—Ya lo hemos hablado, siempre que consumes esa cosa actúas igual.

—Cásate conmigo!—sus puños apretados me asustan.

—No puedo.

—!Tienes que hacerlo!!

—No.

—!Zorra!— vocifera y alarga una mano cerrada hasta mi cara.

Caigo. Se aleja hacia el cuarto haciendo zigzag, me incorporó y organizo los papeles regados por el suelo, el pómulo derecho me duele. Llego hasta la puerta que ha dejado a medio cerrar, está dormido, su pene se levanta de entre los muslos en una erección incipiente.

Me dejo caer en la silla junto al escritorio, en las manos tengo mi cuento. No recuerdo haber trabajado tanto, casi todas las hojas están escritas. Leo. La muchacha de mi cuento me mira y no se si vive en otro tiempo, en otro lugar, pero en el pómulo derecho tiene un cardenal como el mío, por él corre una lágrima que se pierde dentro de la boca, abierta en una carcajada que no escucho.

Entre sus manos enrojecidas tiene un tabaco o un pedazo de carne que lanza contra la pared entreabierta del cuarto. Se voltea para mostrarme dos alas que le han nacido, sale al balcón y se eleva hacia lo oscuro de la noche. Terminó mi cuento con un punto final, camino hacia el cuarto, mi novio aún duerme y el pene mantiene su media erección.

—”Parece un tabaco”—pienso y sonrío.

Después soy mi punto final en la oscuridad de la noche.