Barrabás o la encrucijada cultural

por Arturo Hernández González

Barrabás o la encrucijada cultural

Las reescrituras del personaje bíblico Barrabás permiten explorar las tensiones entre universalismo y particularismo cultural. Este ensayo compara la novela Barrabás (1950) del sueco Pär Lagerkvist, Premio Nobel de Literatura en 1951, con el relato Barrabás (1928) del venezolano Arturo Uslar Pietri, analizando cómo cada autor reinterpreta el mito desde su contexto histórico y cultural. A través de los marcos teóricos de la transculturación (Rama, 1982), la heterogeneidad (Cornejo Polar, 1994) y la crítica al eurocentrismo (Bassnett, 1993), se examinan las estrategias narrativas, las críticas sociales y las implicaciones ideológicas de ambas obras.

Escrita en la posguerra, la novela de Lagerkvist aborda la alienación individual en un mundo secularizado. Barrabás es un antihéroe atormentado por la duda religiosa y la búsqueda de sentido, reflejando el desencanto existencialista ante la pérdida de certezas metafísicas. Su enfoque es introspectivo y filosófico, arraigado en la tradición literaria europea. El relato de Uslar Pietri por otra parte, publicado en 1928, sitúa a Barrabás en un contexto judicial opresivo, donde es acusado injustamente de asesinato. La obra cuestiona las estructuras de poder, la manipulación de la verdad y la complicidad del silencio, temas recurrentes en la literatura latinoamericana de principios del Siglo XX. Su estilo combina realismo simbólico con una prosa lírica, característica del modernismo hispanoamericano.

Barrabás o la encrucijada cultural


Tanto Lagerkvist como Uslar Pietri exploran la arbitrariedad del destino al contrastar la liberación de Barrabás con la crucifixión de Jesús, símbolo de la irracionalidad humana. Uslar Pietri denuncia la corrupción judicial: Barrabás es condenado por “callar” ante un sistema que fabrica culpables para mantener el orden.  Y aunque ambos autores humanizan al personaje, alejándolo de la visión bíblica del criminal, en Lagerkvist, Barrabás es un buscador de fe, mientras que en Uslar Pietri, es un hombre ingenuo atrapado en una trama de mentiras; Lagerkvist utiliza la figura de Jesús para cuestionar la divinidad, mientras Uslar Pietri emplea referencias bíblicas (Jehová, la Pascua) para criticar el uso instrumental de la religión en sociedades opresivas.

Lagerkvist se centra en la crisis individual, típica del existencialismo europeo. El personaje nos dice, por ejemplo: «Yo sentía emoción. Toda aquella gente me aclamaba […] pero al volverme vi el rostro del otro prisionero […] y empecé a sentir lástima». Por su parte, Uslar Pietri prefiere enfatizar la injusticia estructural, resonando con las luchas identitarias latinoamericanas («Tu crimen era otro. Otro que no comprendo: callar»). En perspectiva, Lagerkvist universaliza el conflicto espiritual, mientras Uslar Pietri localiza la trama en un espacio carcelario que evoca las jerarquías coloniales y los personajes desposeídos: presos indígenas, prostitutas, revolucionarios, etc.

Pär Lagerkvist


También la forma estética y la aproximación ontológica difieren en ambos autores: Lagerkvist emplea un lenguaje sobrio y reflexivo, alineado con el modernismo europeo, mientras que Uslar Pietri mezcla lirismo y realismo crítico, recurriendo a diálogos fragmentados y descripciones sensoriales («El aire estaba aplastado de un olor indefinible y molesto»). Además, “transcultura” (Rama, 1982) el mito bíblico al leerlo desde un contexto latinoamericano en el que la justicia es un instrumento de dominación. La figura de Barrabás se hibrida así con arquetipos locales del oprimido (el inocente acusado, el silenciado por el poder, etc). En el relato de Uslar Pietri se refleja la coexistencia conflictiva de voces marginadas (presos, prostitutas), mientras que Lagerkvist se enfoca en una subjetividad individualista, típica del canon europeo y carece de referencias explícitas de los personajes secundarios que le sirven para contar su versión del mito canónico.

Desde la perspectiva de Eduardo Coutinho (2018), el análisis comparativo de las obras de Lagerkvist y Uslar Pietri podría ejemplificar la necesidad de un comparatismo transcultural que, al confrontar narrativas europeas y latinoamericanas, desarticule jerarquías etnocéntricas y valore las especificidades contextuales: mientras el Barrabás de Lagerkvist refleja la crisis espiritual de una Europa posbélica, la versión de Uslar Pietri, arraigada en tensiones poscoloniales, encarna la heterogeneidad cultural latinoamericana. Susan Bassnett (1993), a su vez, subrayaría cómo esta comparación evidencia que la literatura comparada debe trascender el mero contraste de textos para convertirse en un diálogo crítico entre centros y periferias, donde la traducción —tanto cultural como ideológica— permite desvelar las asimetrías de poder. Ambos teóricos coinciden en que sólo un enfoque inclusivo y decolonial puede revelar la riqueza plural de reinterpretaciones sobre un mismo mito, desafiando así los cánones monolíticos impuestos por la tradición occidental.

Ésta comparación evidencia de qué manera Lagerkvist, aunque innovador, perpetúa un universalismo eurocéntrico, mientras Uslar Pietri desestabiliza el mito desde una periferia cultural, priorizando luchas colectivas sobre dramas individuales. Ambas obras redefinen a Barrabás como símbolo de resistencia, pero desde ópticas culturalmente situadas. Lagerkvist lo convierte en un emblema de la angustia existencial posbélica, mientras Uslar Pietri lo transforma en una metáfora de las injusticias estructurales en América Latina. Este análisis demuestra que la literatura comparada, al confrontar textos de centros y periferias, no solo enriquece el diálogo intercultural, sino que expone las jerarquías implícitas en los cánones literarios. Como señala Coutinho (2018), solo un comparatismo crítico y transcultural puede “desarticular el sistema jerárquico” que privilegia lo europeo como universal.

En conclusión, ambas perspectivas se constituyen en obras fundamentales que dialogan críticamente con los cánones histórico, político y estético de sus respectivos contextos. Lagerkvist, desde el existencialismo europeo de posguerra, redefine el mito bíblico como alegoría de la alienación humana, influyendo en la literatura universal al integrar la crisis espiritual individual en un marco filosófico secular. Por su parte, Uslar Pietri, anclado en las tensiones poscoloniales latinoamericanas, transforma al personaje en símbolo de la opresión sistémica, contribuyendo a una tradición literaria que denuncia injusticias sociales y cuestiona las jerarquías heredadas del colonialismo.

La diversidad de lecturas que ambas obras permiten —ya sea desde el desarraigo existencial o la resistencia colectiva— evidencia la riqueza transcultural del arte: un mismo material narrativo se adapta a realidades disímiles, desafiando nociones monolíticas de “universalidad”. Así, estas reinterpretaciones no solo enriquecen la historia literaria de Europa y América, sino que subrayan la necesidad de un comparatismo inclusivo, capaz de reconocer las múltiples voces que construyen —y deconstruyen— los relatos hegemónicos.

Leé más de Arturo Hernández González en su columna Nostos.

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