“El hombre de la carta blanca”: la magia de cambiar el destino.

¿Te gusta la magia? La verdad no importa si la respuesta es sí o es no. La magia no existe pero que la hay, la hay. Truco, ilusión, engaño. Tal vez sea eso, pero la magia puede ser más. Una metáfora, un cambio, un modo de literatura que no dejamos de querer. “El hombre de la carta Blanca” de la escritora Rosario Frers tiene a lo fantástico como telón de fondo de una historia sobre cambios, relaciones humanas y redenciones.
Publicada por la editorial “Niña Pez” en abril de este 2021 la obra de Rosario Frers trae de vuelta ese realismo mágico que parecía haber esparcido todas sus esquirlas después del tan añejado boom de los ’70. Personalmente, resulta refrescante encontrar en la literatura independiente contemporánea historias que apuntan a lo fantástico y no a los problemas de un narrador en primera persona en su barrio, pueblo o familia.

El hombre de la carta blanca
Tapa del libro “El hombre de la carta blanca” de Rosario Frers.

Sobre el libro.

El libro puede encontrarse en sus dos formatos: físico y digital. Y aunque aquí nos centramos en hablar de las bondades de las historias es pertinente comentar que fue leída en su versión digital. Como muchos, quien aquí escribe prefiere el papel por sobre todo pero leerlo en su versión PDF (especialmente creado por la editorial) no fue algo engorroso. En estas épocas de pandemia y encierro, la adaptación en formato digital es importante para no cerrarle caminos a las obras independientes sobre todo a la hora de llegar a lectores fuera de la provincia o el país. La experiencia de lectura en formato digital de “El hombre de la carta blanca” fue satisfactoria. Tiene sus pequeños detalles que podrían hacer echar espuma a los más impacientes, pero su correcta maquetación permite su lectura en celular, e-book o similares. Resulta una ventaja los capítulos cortos que te permiten leer unos cuantos mientras viajas en el transporte público, haces una fila con distanciamiento o tenes un break en el trabajo. Sin embargo, no podemos negar que preferimos siempre el olor del papel al pasar las páginas.

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La editorial Niña peznació el 2 de agosto de 2018 con una misión clara: editar libros para un mundo mejor.

Sobre la obra.

“El hombre de la carta blanca” es de esas novelas deliciosas que te devoras en poco tiempo porque te tienta a seguir leyendo. El componente mágico ayuda a que quieras saber qué es lo que va a pasar pero, a no confundirse, esto no es “Harry Potter o “El señor de los anillosdonde la magia es lo que mueve la trama. El componente sobre natural aquí no es más que un ingrediente que entra en la vida de los protagonistas que, incluso sin eso, ya tenían algo que contar.
Empieza con un pasado que detona el disparador sobrenatural que tendrán en común los personajes: hay un hombre que reparte cartas a las personas donde se les muestra día, hora y la forma en que van a morir. Así la historia pasa a mostrar la vida de Tomás, el protagonista. Un tipo que (en mi caso) llegué a odiar por momentos y eso es bueno. Los personajes tienen que causarte un efecto, un sentimiento, aunque ese sentimiento sea odio. Muchos de los mejores libros tienen esos personajes desagradables que no quisiéramos tener de amigos: El señor Meursault, Holden Coulfield, Rob Fleming y un largo etcétera. Tomás es ese amigo que cualquiera de nosotros puede tener. O peor, puede ser ese “Yo” de algún momento de la vida. Del mismo modo, muchos de los personajes y situaciones del libro nos parecerán cercanas y hasta identificables. Calles, lugares, picados con amigos, bares del centro, tramites en capital. Casi que nos hacen olvidar de que la muerte anda cerca y revelando el destino en naipes de póker.

video fragmento de la novela

Una historia de amor, relaciones y cambios.


Esta novela tiene el poder de hacerte olvidar su componente mágico, ese que podría ser el gancho. Es una historia de relaciones, de cambios y, sobre todo, una historia de amor. Porque todas las historias son historias de amor en el fondo. Amor romántico, amor propio, amor de amigo, amor humano. Esta novela es la historia de amor de todos sus personajes que son espejo de las historias de amor y redención de nosotros mismos. Se desarrolla con diálogos fluidos que van armando la personalidad de los personajes haciendo que nos encariñemos o los odiemos. Algunos pocos pueden pasar intrascendentes. Es como en la vida, algunos no te caen ni bien ni mal. No se necesitan situaciones grandilocuentes que pongan a los personajes en situaciones que podrían parecer forzadas. Un simple café o una cerveza de por medio contrallen mucho más. Incluso las situaciones fantásticas no están envueltas de un halo de espectacularidad ya que pueden mezclarse con la familiaridad que tiene agarrar el volante de una pizzería cuando caminás por Tribunales.
Lo mágico solo sirve para teorizar sobre la vida. Esa otra magia más compleja que no se puede explicar. La autora nos deja en claro que lo incontrolable y fantástico de todo es hacia dónde va nuestra vida. La magia puede ser las distintas formas que optamos para vivirla y las filosofías que acunamos para entenderla de la mejor manera que podamos.

Construir reglas fantásticas


Es en cierto punto admirable la construcción de este tipo de historias. “El hombre de la carta blanca” no es una novela que se hace sobre la marcha. Es una obra que denota preparación y planeamiento ya que, como pasa en los policiales, debe construirse un misterio que debe decontruirse para volver a armarse frente a los lectores. A esto hay que sumarle el elemento fantástico de las cartas que predicen la muerte, algo que provoca la creación de reglas precisas por parte de la autora para no caer en resoluciones simples que en el peor de los casos pudiera ser un Deus ex machina”. Cuando se establecen las reglas de nuestro elemento fantástico hay que seguirlas a raja tabla para que la historia no tenga agujeros de guion. ¿No los tiene? Tal vez si en algún momento, pero son tapados por la solidez y lo entretenido de la historia. Así como no nos importa pensar en por qué nadie tapó la salida de gases de la estrella de la muerte por donde luego Luke Skywalker la haría volar en Star Wars. La autora nos va perdiendo de a momentos en una historia costumbrista que no podemos dejar de leer como si fuera la anécdota de un amigo, sin olvidarse de sembrar las pistas necesarias para desencadenar los acontecimientos mágicos. Pistas que pueden ser trampas para el siempre molesto lector que intenta adivinar los finales o los destinos de los personajes. Esas personas que insisten en la infelicidad de verle los hilos a las marionetas pensando que eso lo hace más inteligente en vez de solo reírse con el espectáculo.

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Rosario Frers es abogada y escritora de la Prov. de Bs. As. Esta es su segunda novela luego de “Las nubes de Eloisa”


Las soluciones son simples y fluidas. Los desenlaces llegan al puerto esperado pero tal vez de la forma que uno no esperaba. Pero sin complicaciones, para complicada ya está la vida. Eso lo tienen bien en claro los protagonistas que además deben pensar como resguardarla de las cartas blancas.
Algo destacable de “El hombre de la carta blanca” es la ausencia de un antagonista. Aquí no hay malos y buenos. Aquí hay gente con problemas que intentan arreglarlos lo mejor que pueden, con las herramientas que tienen o se crearon a fuerza de experiencia. Las historias de los personajes son tan distintas como las cartas de una baraja de Póker, como las distintas formas en que uno puede morir. Vamos descubriendo, a medida que avanza la trama, las historias de cada uno y como se entrelazan. Provocan la unión y desunión de los mismos a partir de los cambios: de personalidades, de actitudes, de problemas. En un principio se puede ser una persona como Tomás cuyo mayor problema es la falta de problemas reales. Un chico cuyo mayor conflicto está en su falta de cambios y perspectiva hacia la vida hasta que admite que no lo sabe todo. Ahí conoce gente con problemas más reales causados por circunstancias sobrenaturales. Eso que lo enoja tanto a Tomás, la falta de lógica, de explicación y de sentido es lo que lleva las riendas de la vida de uno de los mejores personajes de la novela, Alberto.

No hay solo una forma de vivir.


La introducción de este personaje a mitad del libro nos recuerda que aquí había un elemento fantástico dando vueltas. Nos lleva atrás en el tiempo en flashbacks que terminan de apuntalar la mitología del elemento fantástico que cruza la historia dándole más fuerza. Tiene cierto aire a José Saramago en esa forma que tiene el libro de hacernos olvidar el concepto mágico que tal vez nos llevó a leerlo en primer lugar. La historia de Alberto se pinta en contraste de la de Tomás poniéndolo como una persona que no eligió nada de lo que le pasó, alguien que carga con el peso de un don que más que ayudarlo le complica la existencia. Otra vez, muy de personaje de Saramago que no sabe por qué ve cuando todos son ciegos, por qué nadie muere, por qué puede hablar con Dios, etc. Porque no solo en las películas de super héroes se pueden mostrar personajes que cargan con un gran poder que conlleva una gran responsabilidad y que, al mismo tiempo, es una maldición. Luego se vuelve al presente con maestría depositando al personaje de Alberto en un nudo central que reúne casi todas las historias principales. Así se desarrolla el dinamismo del final del libro creando expectativa y necesidad de un desenlace. Como quien sube la escalera del tobogán y no puede esperar para llegar a la cima y tirarse.

Alberto es lo mejor del libro, creo que podría tener una novela para el solo. Un Personaje necesario que nos muestra que la vida es injusta en mayor o menor medida, pero que también es eso que decidimos hacer con ella aunque no la cambiemos ni un poco. No hay una filosofía por encima de la otra en la historia, hay un entrelazamiento. Hay aceptación de unas sobre otras y entendimiento de por qué el otro tiene una distinta a la mía. Ese mensaje que no cae en lo aleccionador es importante. Como dice Yamila en un momento: “No todo es blanco o negro Tomás”.

Conclusión

“El hombre de la carta blanca” es una novela entretenida y dsifrutable. Esto es lo fundamental en cualquier novela para existir. No se toma a sí misma como un manual de escritura tirando firuletes técnicos del siglo XVIII. Quiere contar una historia de amor, cambios, filosofía, vida y redención; y lo logra. ¿Es perfecta? Bajo los puntos de vista de un lector crítico que le busca el pelo al huevo no, no lo es. Tal vez hay momentos donde se suelta mucha información junta de golpe que podría estar más esparcida y algunos personajes podrían haber seguido la regla del “menos es más”. Pero eso sería ponerse en puntilloso en demasía. Decir que la pizza está rica pero que no debieron poner el horno en máximo no tiene sentido. Esta rica y punto. “El hombre de la carta blanca” de Rosario Frers es super recomendable para cualquiera que le interese una historia ágil, con buenos diálogos y construcción de personajes. También para los que les gustan los elementos fantásticos que más que llevar la trama es solo uno de los tantos hilos conductores de lo que pasa.

por Ezequiel Olasagasti
@ezequiel Olasagasti

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