Los libros son el maridaje ideal del verano. Este calor insoportable que intentamos amainar con pileta, aire acondicionado o playa. Aquí te traemos cuatro libros ideales para acompañar las vaciones y las altas temperaturas.

Por Jaun Manuel Ferri.
Una vez más, el verano está generando una nueva sensación tan colectiva como distópica que reza lo siguiente: dentro de poco no vamos a poder aguantar. O también: cada vez va a ser peor. O también reproduce memes con vaticinios ácidos del tipo: bienvenidos al verano más fresco del resto de sus vidas, etc.
De manera que, innegablemente, el calor se está convirtiendo en un tema de actualidad. Pero si miramos para atrás, como ocurre casi siempre, vamos a descubrir que ya había sido tema (literario). Y cuando no fue tema, fue trasfondo, fue metáfora. El calor, posiblemente desde la creación del Infierno (y todas sus variantes) nunca dejó de ser una figura interesante para contar historias. Humildemente, pensé en resumir estos libros y ofrecer opciones para cuidar la quietud y la frescura gracias a la lectura y, por extensión pero casi sin querer, pensar la actualidad.
Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued

Esta novela del 2009 explora la violencia, la desesperanza y la alienación humana con una sencillez que se puede confundir hasta con el desgano. La tercera persona que narra las historias que se van cruzando a lo largo del libro es tan familiar y cotidiana que, ante las oscuridades que de a poco marcan el ritmo de los eventos, solo queda la sorpresa.
La trama (que transcurre casi enteramente en un caluroso pueblo chaqueño) sigue a un hombre llamado Cetarti (una persona con restos de motivación que le alcanzan para fumar porro y ver Discovery Channel), quien, después de la muerte de su madre, se ve envuelto en una serie de situaciones bastante sombrías. El lenguaje de los personajes refleja la crudeza de sus existencias, sin filtros ni censura. Esto le da a la obra un tono de realismo que no busca ofrecer consuelo, sino reflejar la realidad más amarga de la vida cotidiana en un contexto argentino marcado por la violencia y la injusticia social.
El llano en llamas, de Juan Rulfo

El conjunto de relatos que componen El llano en llamas destaca por su profunda carga simbólica y su estilo conciso, minimalista y directo. Los personajes de Rulfo son, en su mayoría, individuos que luchan contra la adversidad, la pobreza, la muerte y la falta de sentido, lo que los convierte en figuras trágicas atrapadas en un ciclo de violencia y desesperanza. La estructura de los cuentos es fragmentaria, y muchas veces deja al lector con una sensación de inquietud o de incomodidad ante lo que no se dice o se deja implícito.
Pero además, estos personajes no parecen sacados de la imaginación del autor (de hecho no es así) y ahí está la magia de la obra. Rulfo se dedicó a investigar no tanto sus historias como las diversas formas de expresión, los regionalismos y particularidades de los pueblos mexicanos que pueblan con dificultad el Desierto de Sonora.
Responso, de Juan José Saer

Responso es un libro de 1983, en donde Juan José Saer cuenta la historia de un hombre que nunca dejó de caer. Se trata de un protagonista que, a pesar del potente enamoramiento que le provoca la estabilidad y el cariño que le ofrece, en el principio de la novela, su amable ex esposa, sólo sabrá sucumbir. Solo podrá mentirse a sí mismo, sudar horriblemente (acosado por la humedad del litoral argentino), cometer errores más que evidentes y sucumbir. Lo mejor de todo es que estas acciones, narradas de manera fenomenal, no son lo más importante.
La característica clave de la obra es la forma en que el autor utiliza el tiempo y la percepción sensorial como elementos fundamentales de la narrativa. Saer se aleja de una estructura de causa y efecto clara para sumergir al lector en una experiencia sensorial casi onírica, en la que los recuerdos, las emociones y los sentidos se entrelazan.
Yerma, de Federico García Lorca

Yerma (1934) es una de las obras más importantes de Lorca, y forma parte de su “trilogía rural”, junto con Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Explora temas como la infertilidad, la represión social y la frustración personal, en el contexto de la Andalucía rural de principios del siglo pasado (bastante revolucionario).
El de Yerma es profundamente poético y simbólico, con imágenes y metáforas que aparecen en los diálogos como versos. La obra es trágica y de manera constante realza la represión de los deseos de la protagonista y la impotencia frente a las fuerzas sociales que la oprimen. Realmente es un texto muy lindo de leer.
Resta decir que a nivel teatral, se trata de una obra importante, ya que Lorca eligió no detallar las puestas en escena y esto le dio libertad a las múltiples interpretaciones que se sucedieron a lo largo de los años. En general, la idea básica es permitir que el desarrollo de los personajes se mantenga siempre en primer plano.
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