Multiteatro | Miércoles, jueves y viernes 20:30 – Sábados 20 y 22:30 – Domingos 20:00 Qué hacemos con Walter
La obra que presume ser escrita y dirigida por Juan José Campanella, asume el desafío de desarrollarse toda en un mismo decorado y bajo un mismo conflicto, cayendo más que en el cliché del costumbrismo porteño, en un catastrófico matiz grisáceo del que no remonta ni con dos horas de longevidad.
Pero empecemos por el principio, porque como soy entusiasta y hay público para todo, también hay cosas que quisiera destacar. Que, mientras la gente se acomoda, vayan pasando fotos “reales” proyectadas en el telón; de vecinos quejándose sobre las actitudes irrespetuosas del resto, es un gol. Que en el “entretiempo” aparezcan varios actores, amigos del director, haciendo un video que parodia los institucionales de cualquier ONG, pero con respecto a las reuniones del consorcio (del tipo: si sufrís violencia durante una reunión… evitemos los paros cardíacos… etc).
También queda muy bonito y causa gracia. Pero por más que sea un hallazgo usar el telón de proyector, no dejan de ser recursos cinematográficos que ya vimos y no serían necesarios si la pieza fuera lo suficientemente interesante.
La historia va más o menos así: en un edificio de buen nivel (lo sabemos a primera vista por su lobby formalmente adornado), se reúnen varios vecinos burgueses para quejarse del encargado, porque no cumple sus expectativas dada su tan avanzada edad. Entre votaciones absurdas y desarrollo de argumentos que de paso nos explican de dónde viene cada uno, terminan decidiendo que lo mejor será echarlo. Pero ninguno de los allí presentes espera las graves repercusiones que tendrá su noticia, ni sabrán qué hacer ante la visita inesperada de la hermana melliza de Walter (el mismo actor personificado).
Los personajes están bien creados, cada uno porta un color distinto, más el agregado de sus posturas para imponer respeto durante la reunión. Sin embargo, de las siete interpretaciones cabe destacar únicamente a Carlos Belloso, el farmacéutico empático, Martín Campilongo, el odioso administrador del edificio y Karina K, una señora ¿Cómo decirlo sin que suene mal? Facha y egocéntrica. En lo que transmiten con su cuerpo logran que lo que generan sea extremo: odio, lástima y después más odio. Se nota que saben lo que hacen y tienen autoría cuando caminan por el espacio, distinto de lo que sucede con los actores más jóvenes, que parecen parte del decorado y no logran hacerse oír, o ni les interesa hacerlo.
como en el caso de Victoria Almeida. Comprendo que es una cuestión del personaje, no estoy criticando su correcta interpretación. Pero al ser tantos, y mantenerse estáticos, al no avanzar sus conflictos personales y sólo accionar cuando hay que cargar el cajón (probablemente el único punto en el que la gente estalló de la risa) uno se pregunta si no habrá sido un error del director, en todo caso, creer que con la escenografía, el sonido y el texto tan extenso era suficiente para entretener.
¿Quiénes son los indicados para ir a ver Que hacemos con Walter?
Que hacemos con Walter sería apropiada para adultos, preferentemente porteños, que vivan en edificios y se hayan visto afectados por las reuniones de consorcio. Además, es recomendable que quienes asistan tengas buena predisposición para reírse de los partidarios de izquierda y trabajadora extranjeros, o al menos recordar que esta es una comedia sin malas intenciones.
Ficha técnica ¿Que hacemos con Walter?
Dirección: Juan José Campanella
Libro: Juan José Campanella y Emanuel Diez
Elenco: Carlos Belloso, Campi, Karina K, Victoria Almeida, Fabio Aste, Federico Ottone, Araceli Dvoskin.
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