Rosario Villalba Fillol: “No sé si un facho puede escribir un poema. No sé si se les da la conexión con la sensibilidad”

Rosario Villalba Fillol es escritora, comediante y música “orgullosamente” autodidacta. Este año salió su primer poemario: “No tengo ni gato ni guitarra”. Como parte de nuestra sección “Personajes”, la poeta catalana-argentina se animó a un mano a mano con Critica no especializada.

Rosario Villalba Fillol

Por Ezequiel Olasagasti.

La semana no afloja con la lluvia y menos con el frío. En un café, Rosario espera en una mesa del fondo. Ninguno de los dos sabemos que el otro llegó mientras esperamos en distintas partes del salón. Finalmente, nos damos cuenta. Entre risas culpamos a nuestra falta de conocimiento de CABA. Rosario, por venir desde Barcelona sin escalas a Quilmes cuando era una niña. Ahora está en Parque Patricios, apenas del otro lado del conurbano. Sus padres fueron de los tantos expulsados por la crisis del 2001. Un año después, llegó ella al mundo. A los 12 años retornó.

Cuando le preguntás a qué se dedica, dice: “Escritora y comediante”. Aunque confiesa que tiene su trabajo administrativo en educación que le paga las cuentas. Como música se declara una orgullosa autodidacta, como comediante se presentó en varios lugares dando shows de stand up y como escritora está en plena gira de presentación. En febrero de este año sacó su primer poemario, “No tengo gato ni guitarra”, de la mano de Entre tantos editora. En esta charla conocemos un poco más a Rosario Villalba. “Fillol, porque mamá se enoja”, nos aclara. Una entrevista con la persona, el personaje y todo lo que esto engloba.

¿Cómo fue esa decisión de empezar a decir escritora y comediante cuando te preguntan a qué te dedicás?

Creo que el libro me dio como una cuestión de certificación para conmigo misma. Fue como, bueno, esto es real, esto existe. Ya no es que escribís para vos, o para un círculo íntimo o para talleres o lo que sea. Fue un consejo que me dieron hace muchos años, creetelá un poco. Ponerlo en práctica es medio difícil a veces. Siento que tengo que esperar que ya esté mi tercer libro vendiéndose en Cúspide, pero no, eso no pasa. Pero no le saca validez a lo que hacemos. Entonces sí, es un ejercicio consciente también.

Y ¿Cómo empezaste en el arte?

Es una gran pregunta. Siento que un poco el arte empieza con uno. En ciertos casos, no sé. En mi caso, yo siento que sí. Siempre me gustó el teatro, disfrazarme. De muy chica estaba todo el día disfrazada; salía así a la calle y actuaba, cantaba, hacía bailes, danzas, musicales, todo así. Después metí el teatro y dije “Ah, era el escenario. Está bien”. Siempre me gustó mucho la música. Siempre hice un poco de todo.

No tenía lo del teatro

Hubo teatro de chiquita y más adolescente. Después pasó que me aburrió un poquito el juego de la “impro”, eso de que te pasas una pelota invisible y me decís tu nombre. Eso me aburrió un poco. En algún momento planeo volver igual. Después escribir, escribir siempre. Leía mucho de chiquita, en mi familia son todos grandes lectores. Uno por imitación termina un poco en esa y creo que siempre tuve que dirigir la energía creativa a algún lado.

¿Cómo fue tu infancia en Barcelona? ¿Y cómo es tu relación entre tus raíces catalanas y tu presente argentino?

Mis viejos son de la camada de migrantes del 2001. Yo nací allá en 2002 pero, siempre estuvimos rodados de más argentinos, uruguayos, colombianos. Había un círculo muy latinoamericano. Yo amo Barcelona, amo Cataluña, soy catalana pero, Argentina es una cosa maravillosa

¿Volviste?

En 2017 me parece y después no volví más. Tengo planes de viajar en algún momento para experimentar más de adulta. Porque uno romantiza la infancia, obvio, pero Argentina es un país maravilloso, y yo soy absolutamente argentina también, no puedo escaparle a eso.

No te quedó nada de tonada.

No, no, no. Ya a las dos semanas. Mi familia materna son muchos, muchos primos. Medio que me agarraron entre todos y me dijeron: “Mirá mamita, acá se habla así y no hay otra manera de hablar” (risas). Aparte imaginate llegar a cuarto grado hablando neutro, no, no, no. A Quilmes, a Don Bosco, hablando neutro. No, no, me salvaron.

Rosario Villalba Fillol

Quiero ser todo. Pero bueno, la verdad, escritora. Sí tengo que triunfar solo en una, escritora.

vos te definís como escritora, comediante, música. Pero, ¿con cuál te identificas más?

Hobbista podemos decir. Pero, si tuviera que elegir ahora rápido diría escritora. Pero porque le dedico mucho tiempo a eso, es lo que más me gusta. En donde más me siento, bueno, viva. Pero la comedia también eh. Es el escenario, o sea, me llama. Y como forma de vida también es muy interesante, el humor nos salvará, es fantástico.

¿Se tocan en algún punto escritura y comedia?

Todavía me lo pregunto, porque yo estaba a full con el stand up. Pero surgió el libro y fue como ¿y ahora qué? Muchas cosas pueden darse al mismo tiempo, no es que no es algo que me preocupe. Pero me encantaría explorar esa intersección

Y si tuvieses que elegir triunfar en una de las tres.

Qué problema, porque la música también es otra cosa que quiero hacer en la vida. Salir del ámbito del hobbie y ser una rock star. Quiero ser todo. Pero bueno, la verdad, escritora. Sí tengo que triunfar solo en una, escritora.

Y ¿Qué sería triunfar con escritora?

Es algo que debato bastante. Es como… Bueno, producimos, producimos, producimos para que haya antologías dentro de 20 años. O dejamos maserar, dejamos terminar. Todavía no encuentro la respuesta. Pero para mí sería publicar, seguir publicando poesía y adentrarme en otras cosas. Escribir narrativa, no lo sé. Que haya un desafío. Que se pueda producir algo interesante con eso, hacer cosas nuevas.

¿Y cómo surgió lo del libro? Calculo que fue un sueño de toda la vida, pero ¿Cuándo fue el momento que dijiste “ya está para salir”?

El año pasado yo estaba tomando los talleres actuales con Camila Caligiuri. Ella siempre tiraba medio en broma: “Para cuándo el libro, para cuándo el libro”. Y no me animaba. Y en noviembre le mandé el manuscrito. Desde ese momento en que lo mandé, no sé por qué, no volvió a aparecer más en mi mente. O sea, fue como, bueno, ya está. El 21 de diciembre, me mandan un mail que quería publicar el libro y yo casi me desmayo.

¿Tenías mucho material? ¿Cómo seleccionaste?

Había material de, por lo menos, siete años. Yo no resisto archivo. Los poemas de hace tres años, la verdad, son una mierda. Es muy malo. Tengo de esa de pensar: “¿Qué?, ¿Hiciste un bingo de lugares comunes ahí? ‘Porque el sol brilla’” Bueno, basta.

Creo que justamente en los talleres de Cami y con su guía logré encontrar un estilo. Un estilo que ya tenía, pero logré como enfocarme y entenderlo yo. Porque antes, tal vez, era como: “Ay, sale todo naturalmente” o no sé qué. Como un rayo de explicación que te cae. Y con una disciplina tratar de entender vos que estructura usas, que estilo y en qué lugar. Te ayuda a meter un filtro de las cosas también. Revisando me di cuenta que siempre había estado eso.

Rosario Villalba Fillol

¿Por qué hacer poesía? Primero pregunto ¿por qué no? y después digo, “porque sí, punto”. Es como, ¿Qué me vas a venir a decir? que no puedo, que tengo que salir a laburar. Que tengo que agarrar la pala, que no me puedo sentar a llorar y a conmoverme y emocionarme.

Leí por ahí que sos una orgullosa autodidacta, ¿Qué quiere decir eso?

No me gusta que me digan lo que tengo que hacer. No me gusta, la paso mal. Me pasó mucho tiempo tratando de aprender instrumentos. Me querían enseñar a tocar el piano, y a mí no me gustaba, no me gustaba que me enseñen. Entonces aprendía sola las cosas que a mí me gustaban. Tuve la experiencia de conservatorio y lo detesté de una manera impresionante, la pasé mal. Lo mismo que la guitarra, no quiero que me enseñe a hacer una cejilla, déjame paz, yo lo hago. Y así con todo. Ahora empiezo a pensar que es una cuestión de que no me gusta exponerme a mostrar que algo me sale mal. Esconderme de que tal vez soy mala en algo que acabo de empezar.

¿Cómo hiciste con el taller? Porque el taller un poco te enseña y te corrige.

Sí, pero en esos espacios siempre hay una cuestión muy constructiva. Y creo que, cuando empezás a tener un poco de curiosidad con lo que pasa en esos espacios, no solo con lo que escribís vos, con un disparador, con lo que leíste, sino cómo de un mismo lugar común se pueden disparar cosas tan distintas en gente distinta. Empezás a interiorizarte, a tener un espíritu curioso al respecto. Empezás un poco a entender que vos también, si querés podés irte para cualquier lado. Y eso está buenísimo.

Y ¿Cómo se hace con la comedia? ¿Puede alguien “prender” a ser gracioso?

Yo creo que la comedia me ayudó mucho a exponerme al fracaso. O sea, yo si no hubiese estado haciendo stand -up, no sé si mando el manuscrito. No lo sé, eh. Dudo mucho. A mí me encantó darme cuenta que una cosa es ocurrente y otra cosa es gracioso. Y la comedia tiene una ciencia atrás que uno, tal vez, por fuera no conoce o no se da una idea. No es “que gracioso que es, puede estar una hora haciendo chistes”. No, no sabés que uno tuvo 12 años para producir todos esos chistes.

También eso nos enseña mucho sobre la disciplina. Ir y probar y, si no funciona, vemos cómo lo hacemos distinto. El chiste también tiene mucho el detalle de la palabra. Una palabra te puede cagar todo. Dijiste algo de más y ya está, fuiste. Hay mucha disciplina en eso. Es sentarse y no vas a ser gracioso y te vas a aburrir. O sea, la verdad, te vas a aburrir trabajando

el libro salió este año, se llama “No tengo ni gato ni guitarra” ¿por qué poesía?, ¿por qué seguir haciendo poesía en el mundo de hoy?

Creo que estamos en un mundo donde se puede discutir que todo ya está hecho y que hay un sistema capitalista que te dice que podés ser vos como puede ser otro el que haga, o sea que vos como individuo no son necesarios. Me pasa que esto está tan duro a veces, tan duro en el sentido de “se nos fue un poco al carajo del mundo”; en todos los términos que te puedas imaginar: económicamente, mentalmente, políticamente. ¿Por qué hacer poesía? Primero pregunto ¿por qué no? y después digo, “porque sí, punto”.

Es como, ¿Qué me vas a venir a decir? que no puedo, que tengo que salir a laburar. Que tengo que agarrar la pala, que no me puedo sentar a llorar y a conmoverme y emocionarme. Me da un poco “El poder del ahora”, tipo, autoayuda y que todo es posible, pero sí. No siento que tengamos que seguir condicionándonos a las condiciones que nos da este mundo, valga la redundancia. Porque si no, no podemos hacer nada, no debemos hacer nada. Si no lo único que debemos es levantarnos, trabajar, volver, dormir, ducharte y repetir todo.

¿El arte es necesario entonces para vos?

El arte recontra necesario. No podemos olvidarnos ni por un segundo de las cosas bellas. Puedo estar hablando de lo más trágico que me pasó en la vida y ponerlo en verso y eso para mí es algo bello. Si nos endurecemos, cagamos, la vamos a pasar muy mal.

En la contratapa dice que el libro recorre la tristeza, la melancolía, la derrota, ¿por qué este tono? ¿Te consideras así melancólica, triste?

No, pero justamente porque escribo poesía. Es mi manera de tenerlo con una correa, a todo eso, de domarlo. Porque si no se te va de las manos. Es un poco difícil ver la alegría de las cosas. Pero es la manera que encontré de tener un espacio-tiempo donde ser melancólica, donde estar triste y donde tirar la mierda. Y uno después sigue y hasta buenísimo poder hacer eso. Es necesario.

Rosario Villalba Fillol

En general, cuando vos no te parás a escuchar a cierto sector, vamos a decir de la comedia, pero podría ser también de la sociedad, es porque no podés tolerar muchas cosas. Si no podés sentarte y reírte de una mina o de una disidencia que está contando un chiste es porque no podés soportar sentirte tocado.

¿Usas la comedia solamente como entretenimiento o pensar que también la puedes usar como un arma? O sea, ¿Cuáles son los temas que tocás más?

Hablo mucho. Mi primer monólogo habló mucho de esta cosa de haber nacido en Barcelona. Causa mucha gracia y al argentino le encanta que hablen de él. Si uno no vive lo que habla es un poco difícil que sea creíble. “Ay, me estoy cagando de risa de mí misma”. Si no te cagás de risa vos mismo, de verdad, es poco creíble. No creo que sea necesario que sea un arma. Hay como reglas dentro del humor, uno se pega uno mismo y pega para arriba, no para abajo. Si estás pegando para abajo es porque no tenés lo que hace falta para hacer reír.

Te digo una frase muy de redes “Las mujeres no son graciosas” ¿La has escuchado? ¿Qué pensás?

Creo que es bastante de chabón. Chabón no porque seas un hombre, es chabón de la cabeza. Y me pasa que digo, pobrecito. Pobrecita a la gente que dice eso, se está perdiendo un universo maravilloso. En general, cuando vos no te parás a escuchar a cierto sector, vamos a decir de la comedia, pero podría ser también de la sociedad, es porque no podés tolerar muchas cosas.

Si no podés sentarte y reírte de una mina o de una disidencia que está contando un chiste es porque no podés soportar sentirte tocado. El problema es tuyo. El problema es tuyo y yo sigo siendo graciosa, lo lamento. Te pudo no haber gustado el chiste, de verdad te pudo no parecer gracioso estructuralmente o por un mal timing. Pero de ahí a decir “las minas no son graciosas”, que problema. Tal vez te falta una amiga mujer.

y ¿En la literatura?, ¿Cómo ves el rol femenino?

Me pasa que, ahora que estoy leyendo y recorriendo los lugares de editoriales independientes y el mundo “del under” de la literatura, te encontrás con muchas mujeres y disidencias escribiendo. Me pasa que me gusta mucho sentirme atravesada; me gusta que me interpele, me gusta llorar, me gusta leer y llorar. Tal vez, en los últimos años, estoy más conectada con eso. Con leer más mujeres o disidencias. Creo que la sensibilidad siempre va a ser premiada en el mundo del arte. Me parece que siempre hay lugar y aceptación, siempre te vamos a recibir con los brazos abiertos. No sé si pasa tanto en la literatura eso de que se corre a algún sector.

La otra vez hablaba esto con el coordinador de otro taller que estoy tomando, Guido Chapedi. En marzo todo el taller fue con base a la Memoria, y lo que hablamos fue que no sé si un facho puede escribir un poema. No sé si le da. Podés estar dentro de los sectores más conservadores como Borges, bueno, pero él no era un nenazi. No sé si se les da la conexión con la sensibilidad. Como poder escribir, podemos escribir todos. De ahí a que sea algo que interpele, no sé si pueden.

¿Te sentís parte de la época en la que vivimos o sentís que sos de otra?

Soy muy melómana, me encanta la música. De verdad escucho de todo. Sí me pasa que, tal vez, los sonidos que me interesan son propios de otra época. Es otro ejercicio que me gusta hacer de: “Bueno, a ver, ¿Qué encontramos? Ah, este pianito me gustó. Me pasa con las cuestiones más modernas que hay como ciertos lugares en los que no me encuentro. No me atraviesa. Si escucho una canción y no me paso nada, no puedo. No es para mí.

Me parece que estamos en un lugar en el que hay un montón de cosas que intentan con mucha fuerza ser distintas y por eso terminan cayendo en los lugares de siempre. También hay cosas que son muy auténticas. Se nota cuando está haciendo pretencioso. Ahí ya no es para mí.

¿Hablás mucho de lo cotidiano?

Sí, me parece que no me sale ser muy… no sé si la palabra es filosófica o existencialista con cosas grandes. Le salen las cosas chiquitas. Me pasa que me gusta darme cuenta de que encontré algo en una boludez, me gustan los detalles dignos. Por ejemplo, viste cuando entras al subte, justo hoy estaba pensando en eso cuando venía, viste que está el primer haciendo con el cartel amarillo. Está gastado por la gente apoya la cabeza. Me parece maravilloso, no sé por qué. Hay un círculo blanco en el medio del cartel y la ciudad poniendo una cantidad boluda de plata en eso. Me encanta, o sea, me parece maravilloso, no sé qué voy a hacer con eso, tal vez se escriba un poema. Son las cosas más lindas me parece.

Rosario Villalba Fillol

Con la poesía, escribir sobre la actualidad a nivel tal vez social no va a quedar viejo nunca.

¿Te preocupa que hablar de lo actual pueda quedar viejo después?

En comedia me pasa que siempre se deja dos minutos como para meter un chiste nuevo, para mantener la mente activa. Pero si siempre repito lo mismo, me aburro. Ese es mi problema general con las cosas, que me aburro y las abandono. Con la poesía, escribir sobre la actualidad a nivel tal vez social no va a quedar viejo nunca. Guido Chapedi me recomendó un poemario de Jorge Santoro, que es un detenido desaparecido en la dictadura. Estamos hablando de lo mismo, ¿eh? Estamos hablando de lo mismo. Y es un libro así que va, creo que del 65 al 77. Yo escribo de política y seguimos teniendo las mismas angustias.

Además, no sé qué tanto bien nos hace tampoco tratar de estar actualizados todos. A mí me atraviesa el neoliberalismo, lo siento. Estaré repetitivo un par de mes, lo lamento. Para mí no pierde validez, al contrario, me parece que inmortaliza mucho las situaciones. Me parece que está bueno hablar. A mí me encanta hablar de lo social, justamente creo que es una de las cosas que descubrí también en este último tiempo.

¿Hablar de qué?

Me encanta hablar con bronca. Me encanta porque lo canalizo bárbaro. Me parece que hay una cosa muy poderosa en hablar de que le están pegando un jubilado. Para mí tiene mucha fuerza.

¿Necesitas en algún momento desintoxicarte de eso?, de ese estado de bajón catártico.

justamente creo que me desintoxico escribiendo. Escribiendo con bronca soy muy vomitiva, después le pongo comas y esas cosas. No importa en el momento. Pero sí, algo que me gustaría explorar, es un lado más tierno y esta que soy tan enojada. Es un desafío encontrarme con la ternura y con el amor no romántico también. Escribirles poemas a tus amigas es como escribir una obra maestra. Pero hay que conectarse con eso y para mí es difícil.

¿Y qué hay en tu horizonte artístico?

Ahora tengo muchas ganas de volver al escenario, de ir a aprobar chistes a un sótano de Buenos Aires, que es mi idea favorita. Porque me pasó con la salida del libro que intenté poner la energía en las dos cosas y no sé si era tan compatible en ese momento de tanta euforia. Como que quise dejar macerar un poco la experiencia de sacar un libro, o sea, es de verdad grosso y en ese momento fue como “Esperá Rosario, viví esto, vivir este ahora”. Hoy tengo muchas de subirme en el escenario, de probar chistes.

Y ¿subir al escenario como poeta?

Me encanta. Me encanta conocer más gente. Para mí esto siempre fue una experiencia un poco una experiencia muy ermitaña. Pero escribir, hablar de los procesos creativos, los talleres. Todo ayuda a que te encuentres un poco. Somos gente muy copada, la verdad. Entonces siempre la pasamos muy bien. Me encanta subirme a un escenario a recitar también tiene una fuerza distinta.

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